Las relaciones amorosas pasan por varias fases que si bien no tienen una duración exacta, sí tiene unos márgenes aproximados. A medida que se pasa de fase en fase, cambia lo que ambos integrantes de la pareja sienten y por momentos todo parece tambalear, aunque lejos de ser negativo es una prueba de que todo va bien o una señal para dejar de intentar solucionar aquello que no se puede arreglar.

Entonces, ¿cuánto dura el amor?

Los psicólogos normalmente hablan de cuatro etapas: una de euforia, en la que todo es perfecto, otra de vinculación en la que reforzamos la relación, una tercera etapa de crisis y, finalmente, si esta se soluciona, otra de apego profundo.

Relacionadas

Se suele decir que el amor tiene una duración de cuatro años, pero esto solo hace referencia a las primeras etapas. Por ello, Helen Fisher, del Instituto Kinsey de Indiana, y Lucy Brown, de la Facultad de Medicina Einstein en Nueva York encararon una investigación más profunda al respecto.

La actividad cerebral de parejas en diferentes fases de su relación muestra que el amor más tangible dura aproximadamente cuatro a cinco años. Primero hay una fase, de alrededor de un año, en la que hay más sexo, pensamientos frecuentes hacia la otra persona y solo se ven las cosas positivas.

Durante la etapa de euforia, todo es perfecto.
Durante la etapa de euforia, todo es perfecto. (Shutterstock)

Una vez que pasa esa euforia se empiezan a ver los defectos y es entonces cuando llega la etapa de apego temprano o vinculación. En esa fase, se activan regiones cerebrales como el núcleo accumbens, que tiene una relación muy estrecha con el sistema de recompensa que se encarga de liberar dopamina como respuesta a ciertos estímulos evolutivamente necesarios como el sexo y la comida. La dopamina no se libera solo con el sexo sino con la simple presencia de la otra persona, pero también se liberan oxitocina y vasopresina, dos hormonas relacionadas con el apego hacia otra persona. Esta fase dura entre cuatro y cinco años desde que comienza la relación.

Cuando la dopamina empieza a disminuir, la relación se convierte en algo más tranquilo, pero es recién como a los siete años que llega lo que se conoce como la crisis. Allí, el cerebro emite juicios objetivos sobre la otra persona y ya no crea adicción.

En este punto, si la relación se ha consolidado adecuadamente, permanecerá el apego, y si no es así, puede producirse una ruptura. Los seis o siete años de una relación son una época muy vulnerable, pues esta etapa puede fortalecerla o destruirla.

Si se superan las crisis, la oxitocina y la vasopresina siguen liberándose y si bien la lujuria del principio es probable que ya no esté el apego puede mantenerse intacto.